¿Existe un peso ideal para cada persona? Yo diría que “ideal” no, más que nada porque el propio adjetivo ya es algo irreal, y luego aparte está el hecho de que cambiamos y según el momento, lo “ideal” sería una cosa u otra…
Me decantaría más por la palabra “natural”. Peso natural.
Una vez que alcanzamos más o menos el tope de crecimiento corporal, nuestro peso varía esencialmente por ganancia o pérdida de grasa y/o músculo.
El músculo pesa más que la grasa, así que es normal subir de peso si musculamos, aunque perdamos grasa por el camino.
Para una persona que no entrena la fuerza ni el desarrollo muscular en general, será principalmente la grasa que acumule o pierda la que determinará su peso. Y esta acumulación o pérdida viene dada mayoritariamente por la alimentación .
Si, a grandes rasgos, te alimentas de forma saludable, tu peso tenderá a equilibrarse. Ingerirás las cantidades apropiadas de comida pues tu cuerpo, en estupendas condiciones que debe estar con esta alimentación sana, sabrá informarte de lo que necesita y, si te pasas un poco, sabrá lidiar con ello.
De esta forma llegarás muy probablemente a un peso (o pequeño rango de pesos) estable. Ya luego si incrementas tu masa muscular, como decía, pesarás más y establecerás un peso natural diferente.
Así pues, apartando la típica recomendación obvia de no meterse porquería al cuerpo y comer comida de verdad que nuestro organismo sepa aprovechar, las siguientes indicaciones pueden servirte para acercarte más rápido a ese peso natural, así como a mejorar tu relación con la comida:
1- Hacer la compra en mercados en lugar de en supermercados, con lo que se evitan tentaciones de productos perjudiciales y además te aseguras una mejor calidad global de tu compra.
2- No introducir en las comidas excesiva variedad. Con esto consigues no volverte loco con tanto estímulo sensorial y reducir el hambre hedónica o por placer. No obstante, puedes usar especias para darle más sabor si fuera necesario.
3- Beber un vaso de agua media hora antes de la comida. Muy típica esta, sí. Pero ayuda a saciar y que empieces a comer sin tanta ansia.
4- Cuando te sientes a comer, hazlo en el lugar más tranquilo que puedas, no enciendas la tele. Pon tu foco en la comida y nada más.
5- Masticar bien cada bocado. Unas 20 veces de media (sin entrar en obsesiones, que si tomas puré, no hay que darle tanta caña a la mandíbula 😉 )
6- Dejar el cubierto en el plato mientras se mastica, hasta ingerir el bocado.
7- Respirar varias veces desde que tragas el bocado hasta que vuelves a coger el cubierto y se continúa con la ingesta.
8- Incluir una buena cantidad de vegetales, ya sean crudos o cocinados, así como una fuente generosa de proteína (pescado, carne magra, huevos…) y/o grasa (carne o pescado graso, huevos, aguacate…).
9- Comer primero los vegetales, luego la proteína y la grasa, y finalmente los alimentos ricos en almidón (arroz, patata, boniato o batata…), en su caso.
10- Utilizar platos que no sean muy grandes, para evitar llenarlos más de la cuenta y comer demasiado sin querer.
11- Date un capricho de vez en cuando de eso que te gusta tanto pero sabes que no es muy bueno que digamos. De esta forma reduces la ansiedad por comer ese “pecado”, a la vez que entrenas un poco tu cuerpo en comer porquerías, y así cuando no tengas más remedio que ingerir ciertos alimentos no tengas una reacción desorbitada de malestar.
Estas recomendaciones pueden serte útiles para reducir la impulsividad y la ansiedad en relación a la comida, así como para optimizar las cantidades que ingieres y aprender a escuchar a tu cuerpo.
Bon appétit! 🙂