Conecta con tu cuerpo y exprésate con él

¿Sabes esa sensación de querer saltar de alegría?

O extender los brazos para expandirte al mundo y mirar hacia arriba, apreciando la inmensidad.

O cuando sientes la música de esa canción tan pegadiza y se te empieza a mover la pierna, o la cabeza, o la cintura.

O quieres ponerte a saltar en “modo pastillero” con los ojos cerrados para que no se te escape ni un ápice de todas esas sensaciones.

En todas esas ocasiones tu cuerpo te pide expresarte, casi te suplica diría yo.

En esos momentos conectas con esa extensión física que conforman tus brazos y manos, tus piernas y pies, tu cintura, tu cabeza…

¿No te mola esa sensación? 🙂

¿Qué tal si en lugar de esperar a que esas situaciones se presenten, las creas tú?

Para empezar podemos escanear nuestro cuerpo

Ya sea de pie, sentado, tumbado, a cuatro patas, a pie cojito… da igual, como quieras 😛

Simplemente comienza a prestar atención específicamente a tus pies y sus dedos, la planta, el talón, el tobillo…

No hace falta que hagas nada especial, tan solo centrarte en cada pequeña zona.

Siéntela. Observa si está tensa o relajada, si está cómoda en esa postura.

Y desde los pies, vamos subiendo por las pantorrillas, rodillas, muslos, glúteos y cadera, cintura, vientre, espalda baja, pecho, espalda alta, hombros, cuello y cabeza.

Puedes centrarte en partes más concretas si quieres.

Por ejemplo, en lugar de prestar atención a la cabeza en general, puedes ir sintiendo la barbilla, los labios, la nariz, los mofletes, los ojos, la frente y, por último, el cuero cabelludo.

Prueba y sorpréndete de los múltiples detalles que puedes detectar ^^

Luego podemos ir aplicando un poco de movimiento

Y esto es genial porque significa que vamos a movernos. Como ya te conté, que te muevas, sea como sea, es fundamental.

Con los ojos cerrados o abiertos, empieza a moverte un poco, lentamente.

Como quieras. Como te salga.

No tienes que buscar un porqué ni que lo que hagas tenga algún sentido.

Simplemente muévete.

Preferentemente te diría que estuvieras de pie, pero si quieres empezar sentado o tumbado, ok.

Cualquier pequeño movimiento vale, de verdad.

Desde subir los hombros y mover los dedos de la mano, hasta ponerse a “perrear”.

Mientras lo haces, intenta prestar toda la atención que puedas a la parte o partes del cuerpo que mueves.

Cómo las sientes, si ha cambiado algo en relación a cuando escaneaste el cuerpo al principio, si vibra, si se ha calentado…

Olvida todo lo demás y céntrate en cómo sientes tu cuerpo y qué te va pidiendo hacer.

Ahora un poco de ritmo

¿Qué tal si ponemos algo de música?

El estilo que quieras, lento, rápido, como sea.

Pero que obviamente te guste. No vayas a poner una canción que odias.

¿Y ahora?

Pues ya lo sabes, muévete.

Igual que hicimos antes pero ahora no te cortes con la velocidad. Ya no tiene que ser tan lento si no quieres.

No se trata de ser el rey o la reina del baile, ni de no sentirte ridículo.

Intenta deshacerte de todos esos pensamientos tipo “¿Pero qué estoy haciendo..?; Madre mía, como alguien me vea…; En serio, esto es ridículo; No puedo, me doy vergüenza a mí mismo”, etc.

Simplemente quédate quieto, escucha la música y empieza a movilizar lo que quieras como quieras según te apetezca.

Puedes probar con otros estilos, con música más lenta o más cañera… Y a ver qué tal.

Con o sin ritmo probemos a continuación otros tipos de estímulos

Puedes o no quitar la música, pero si me preguntas qué haría yo, te diría que quites la música para centrar toda tu atención en el nuevo estímulo, y ya luego si quieres vuelves a encender el altavoz para combinar ambos estímulos.

Los otros elementos que podemos usar para inspirarnos y ver cómo nos hace movernos y expresarnos pueden ser muchos.

De hecho, pensando un poco seguro que se te ocurre algo.

Yo propongo una imagen (ya sea una fotografía, un cuadro, un dibujo…), una persona (la conozcas o no) y un poema o texto que te guste.

Cuando consideres que quieres parar, puede ser interesante también reflexionar acerca de lo que has sentido, de cómo ha variado tu velocidad, de si has perdido la noción del tiempo o de dónde estabas en algún momento, cuándo te has sentido más cómodo, si te ha cambiado el estado de ánimo y qué lo ha desencadenado…

Como ves, pueden sacarse muchas cositas de este experimento de expresión corporal 🙂

Si te animas y te apetece compartirlo, me encantaría saber qué has experimentado, aunque solo sea un extracto de todo.

¡Feliz experimentación!

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