Lo que no eres por mucho que te empecines

Cuanto más investigo y reflexiono sobre el “ser” y el “no ser” (modo Hamlet on) más me intimida lo que pueda descubrir. Decir que el asunto es complejo es quedarse “una mijita” (como decía mi abuela) cortos. De hecho, yo creo que te puede llegar a explotar la cabeza de mucho pensarlo, si no te tomas algún descanso. Pero, al menos de momento, tengo clara una cosa:

No somos nuestros pensamientos

Creo que es algo que nadie se suele plantear así porque sí, pero de alguna manera solemos dar por hecho que sí lo somos. Y dado que por regla general le prestamos más atención a los pensamientos que a las emociones y sensaciones en general, le damos todavía mayor protagonismo a tales pensamientos. Un círculo vicioso de autoconvencimiento inconsciente en toda regla, diría yo.

Un tema interesante es la voluntariedad de dichos pensamientos

Quiero decir: ¿hasta qué punto queremos pensar lo que pensamos? ¿en qué medida controlamos esos eventos mentales, haciendo que surjan o no, o que desaparezcan? Yo tengo bastante claro que pensamientos voluntarios, pocos. Me gustaría creer que sí, que yo controlo, pero mucho me temo que no. Aquí también hay una cuestión peliaguda que atañe a lo que se entiende por pensamiento: ¿es un pensamiento siempre consciente? ¿si no tenemos consciencia de él, deja de ser un pensamiento? ¿qué diantres es, pues, un pensamiento? Sí, bueno, acción neuronal, conexiones sinápticas, actividad eléctrica…Todo puede reducirse a un origen biológico pero, ¿ya está? Ahí lo dejo…

Volviendo al carácter voluntario de los pensamientos, la mayoría ocurren en modo automático, por costumbre, como reacción a estímulos externos o a otros pensamientos… Por ejemplo, si vas con prisa a coger el metro, un pensamiento automático podría ser “Verás, que lo pierdo y llego tarde”. O si estás pensando en lo mal que te ha vuelto a ir el día hoy, igual que ayer y el otro, puedes pensar “Qué mal me va, qué desastre todo”. Qué pesimista me he puesto de repente jaja.

La “estructura” de tus pensamientos

Es más, si reflexionas un momento sobre cómo suelen estar estructurados tus pensamientos normalmente, cuando les das rienda suelta y no estás recitando mentalmente algo, te darás cuenta de que no son frases perfectamente construidas, con sentido y tal; de hecho, lo que puedes llegar a apreciar es como un ruido de fondo y entre ese murmullo detectar alguna que otra palabra clave que te haga decir “Ajá, estaba pensando en caballos”. En el momento en que intervienes conscientemente, obligas a tomar orden, pero ¿y antes? Bastante aleatorio, ¿no crees? Más aún, a veces esos pensamientos son imágenes, a veces son sonidos, a veces letras… Ya depende de cómo guste de percibir el mundo cada quien. Y todo ello unido a las sensaciones que nos provocan esas imágenes, esas voces…

De hecho, aunque yo lo he recomendado alguna vez, a mí me choca un poco cuando dicen eso de “analiza tus pensamientos”. Es difícil analizar algo tan abstracto y que cambia en cuanto te fijas en ello. Insisto como al principio: es complicado el asunto.

Los pensamientos son un recurso

Lo que quiero remarcar es que los pensamientos ocurren en nosotros, pero no nos definen. Son un recurso del que disponemos y que podemos aprender a usar, que se nos puede ir de las manos, como con muchas otras cosas, pero nada más. Quizá te parezca simplista, igual lo es, pero me parece una concepción práctica y útil.

En la película Origen (Inception) decían que una idea es el parásito más resistente, y una vez que te convences de ella es muy difícil erradicarla. Un pensamiento podría volverte loco. Aunque, claro está, hay algo que no funcionaría bien en tu cuerpo si eso pasase, o te estarías exponiendo a una situación traumática.

No creo que haya que tenerles miedo a los pensamientos, con respeto es suficiente 🙂

Deja un comentario