Monologueando para ti

¿Recuerdas cuando te hablé de todas las formas en las que te comunicas contigo constantemente?

Pues relacionado con ello, y como una forma más de conectar contigo y sacar afuera pensamientos y quizá respuestas que necesites, se me ha ocurrido contarte lo útil que me resulta a mí el hablar en voz alta para mí misma.

Siempre me ha gustado mucho el expresarme oralmente conmigo misma. Desde pequeñita.

Me metía en mi cuarto y me ponía a hablar. De mil cosas.

A veces eran ideas de sueños que tenía, cosas mágicas, historias que me montaba.

Otras veces monologueaba sobre la bronca que me habían echado mis padres y expresaba mi desazón al respecto, lo mal que me sentía, etc. Me ayudaba a desahogarme.

A veces incluso lo hacía en el baño jaja. Debía ser muy gracioso para el que pasase por delante y me escuchase a través de la puerta 😀

Solía (y suelo) acompañar el monólogo con paseos. Por el cuarto o la casa en general. Como si cada paso me ayudase a asentar pensamientos y a que fluyan mejor.

La cuestión es que me ayuda en muchos sentidos.

Me hace ver las cosas con una perspectiva más alejada, lo cual me hace darle algo más de objetividad al asunto.

Me ayuda a ordenar ideas.

A sacar conclusiones nuevas.

A conectar eventos que hasta entonces no había visto relacionados.

Y por supuesto, como comenté antes, me produce desahogo.

Normalmente lo hago cuando…

+ Necesito analizar una situación

+ Dar solución a un problema

+ O simplemente asimilar algo.

+ También cuando me siento desbordada emocionalmente, ya que me permite liberarme un poco de esas sensaciones y alejarme un poco de ellas, para ver con más claridad.

Pero también lo hago porque sí, en cualquier momento. Empiezo con lo que sea, aunque sea trivial o absurdo.

Y a partir de ahí sigo y veo hasta dónde me lleva. Puede ser realmente sorprendente 🙂

A veces acabas con un tema completamente distinto, o con varios temas. Incluso alguno que ni recordabas.

O conectas temas que no tienen nada que ver, pero te ayuda el establecer ese vínculo.

De veras que es muy divertido ver lo que sale de tu cabecita por tu boca jaja.

Hay a quién le gusta más escribir

Y es posible hacer un ejercicio similar pero escribiendo en lugar de hablando.

Personalmente creo que ambas opciones tienen su utilidad.

Hablando vas más rápido.

Escribiendo te paras más en las ideas, por muy rápido que quieras ir, ya que físicamente la escritura tiene su límite de velocidad 🙂

A mí para el tema de desahogarme o intentar ampliar perspectiva o buscar soluciones me va mejor hablar.

Además como me gusta moverme, como he dicho, pues sería un poco incómodo ir escribiendo mientras camino 😛

Por otro lado, no me gusta que me escuchen en esos momentos, así que si hay gente rondando, hablo susurrando o casi inaudiblemente. Me gusta menos, pero me adapto al momento e igualmente me resulta útil.

Si tú encuentras más cómodo escribir, escribe 🙂

Se trata, en esencia, de poner sobre la mesa los pensamientos de alguna forma

Para poder analizarlos, jugar con ellos, trabajar la creatividad, preparar un encuentro futuro, evaluar uno pasado, aprender, crear, sentirte mejor…

También te ayuda a conocerte mejor al poner de manifiesto tu patrón de razonamiento, tu fluctuación emocional, tu modo de actuar normal, tus reacciones ante determinados estímulos a los que te expones, etc.

En definitiva, creo que es un ejercicio muy útil a muchos niveles, por lo menos para mí.

Así que si te parece interesante o tienes curiosidad por ver qué tal, podrías probar 🙂

Ojalá te sirva y pases un rato divertido 😉

Deja un comentario